miércoles, 24 de septiembre de 2008

Bandera Latinoamericana en LA RADIO !

Queridos amigos, esta entrada es solo para anunciarles que vamos a tener nuestro programa de radio EN VIVO, todos los martes y sabados de 16:00 a 18:00 hs (hora de Argentina). Vamos a estar transmitiendo buena vibra desde la Cuidad de Gualeguaychú,a traves de la Radio FM Del Pueblo 89,9 .
La idea es hablar de temas varios y pasar buena musica latinoamericana con algo en ingles tambien, pero solo cosas buenas.
Nos pueden escuchar por internet en http://www.delpueblo.com.ar/ y la idea es que se comuniquen para unir latinoamerica en comentarios y melodias. Corran la bolaaaaa.....

martes, 16 de septiembre de 2008

La Fabulosa Habana y una Fabula Habanera.


Bienvenidos una vez más a nuestro blog. Hoy les contaré la historia de tres muchachos, José, Andrés y Gonzalo, que casi sin dinero tuvieron que encontrar la forma de cruzar desde México hacia Cuba. Ah! Recuerden, “Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia”.

Una fabula.

Hacía tiempo que los muchachos venían escuchando relatos de otros viajeros que a cambio de un simple “favor” se ahorraban los cientos de dólares que cuestan los pasajes en avión para cruzar a la revolucionaria isla de Cuba. Todos estos rumores condujeron a nuestros amigos hasta la juerguista ciudad de Playa del Carmen situada en la Riviera Maya del caribe mexicano donde se conectarían con la misteriosa agrupación encargada de otorgar pasajes gratuitos a aquellos que estuvieran dispuestos a realizar dichos “favores” a cambio.
El encuentro con el principal representante de esta asociación fue tan breve como intenso. Nunca dió a conocer su nombre verdadero, simplemente se hizo llamar por el seudónimo de “Charly”. Los jóvenes fueron invitados a pasar a su “despacho” por una mujer gorda, desarreglada, de unos cincuenta y pico de años que sin mencionar palabra alguna abrió de un empujón la puerta gris de madera barata y señaló hacia la figura de Charly que revolvía unos papeles sobre su escritorio. Aquel era un cuarto pequeñísimo que parecía más pequeño aún debido a la considerable contextura física de aquel ser barbado que ni siquiera levantó su mirada cuando los muchachos entraron al recinto. La luz era tenue, solo una lámpara como esas que se encuentran sobre las mesas de póquer colgaba cerca de la cabeza de Charly .El piso del cuarto estaba regado de botellas vacías y colillas de cigarros apagados y la mezcla del olor a humo y sudor humano espesaban asquerosamente el aire que se respiraba.
José se atrevió a romper el silencio y antes de terminar de pronunciar la frase “Venimos por lo de Cuba” la gutural voz de Charly lo interrumpió y llenó el ambiente; “Dejen copias de sus pasaportes y el dinero para la visa. Deben estar preparados para salir en cualquier momento. Nosotros les avisaremos cuando”. Un tanto desorientados dejaron lo que se les pedía sobre el escritorio y sin siquiera saludar dejaron aquel sucio habitáculo.
Los días siguientes al encuentro transcurrieron lentamente. Gonzalo, siempre más pesimista que Andrés y José, daba por sentado que nunca recibirían el llamado de Charly, en cambio los otros dos todavía abrigaban algún tipo de esperanza.
Finalmente, unos diez o doce días más tarde recibieron el tan anhelado llamado en el que les informaban que el lunes siguiente saldrían desde el aeropuerto de Cancún hacia la Habana. El trato era el siguiente, los chicos debían estar tres horas antes del vuelo en el aeropuerto donde se encontrarían con una señora que les daría unas valijas con ropa y otros artículos casi inexistentes en Cuba y que ellos deberían llevar y entregar en el país caribeño.
Durante los tres días que los separaban del vuelo los chicos trabajaron arduamente para conseguir el dinero con el que vivirían los quince días de estadía en Cuba.
El lunes por la mañana viajaron de Playa del Carmen a Cancún y esa hora de viaje les resultó interminable. Una vez en el aeropuerto esperaron ansiosos unos cuarenta minutos hasta que una señora se les acercó y muy cordialmente les pidió que la siguieran. Los condujo hacia un lugar discreto en el hall del aeropuerto y les entregó sus boletos y tres valijas de aproximadamente unos veinticinco kilos cada una. Junto a ella se encontraban los gemelos Arteaga, dos tipos de tez trigueña vestidos con botas tejanas, pantalones y camiseta negros con bordados dorados que hacían juego con los anillos y collares de oro que también lucían. Ellos acompañarían a los chicos y recibirían de ellos todas las valijas una vez salieran del aeropuerto de la Habana.
Antes de abordar Joaquín , el mayor de los Arteaga, se encargó de dar las ordenes a seguir para que todo saliera en orden. Las instrucciones eran sencillas y constaba de cinco pasos. Primero, en ningún momento, ya fuere en el avión o en el aeropuerto, ninguno de los pasajeros debía tener contacto con los demás. Segundo, cuando llegaran al aeropuerto José Martí en la Habana cada uno tomaría un carrito para equipaje y colocaría dos maletas en la parte superior y otra colgando del pasamanos, de esta manera sería más fácil identificarlos a la salida. Tercero, si cuando recogieran las valijas alguna tenía un papel con una cruz, este debería ser arrancado cuando los guardias no vieran. Cuarto, si por alguna razón eran interrogados debían responder que la mercancía que llevaban eran para unos amigos de Cuba que conocieron vía internet. Quinto, por nada del mundo nombrar a los Arteaga.
Durante el vuelo la tensión fue tremenda. El avión era un viejo modelo ruso que al momento de encender los acondicionadores de aire inundó sus pasillos de un extraño humo blanco. En ningún momento los cinco viajeros cruzaron sus miradas pero de alguna manera se sentían conectados por la misión que estaban por llevar a cabo.
Al llegar al aeropuerto hicieron el usual papeleo en migración y sus manos temblaron al llenar los formularios aduaneros en los que se les preguntaba si tenían para declarar algún bien que estuvieran ingresando al país.
De allí siguieron hasta la cinta donde debían recoger los bolsos. Joaquín, el mayor de los Arteaga, ya estaba esperando los suyos y su mirada evasiva y paranoide que delataba su condición furtiva contagiaba tensión a los demás cómplices. Los petates empezaron a desfilar frente a sus narices y cada uno fue tomando los suyos a medida que iban llegando.
El menor de los Arteaga y Andrés fueron los primeros en salir, los siguieron José y Joaquín. Sólo quedaba Gonzalo que había recogido dos de sus tres valijas. El tiempo en su cabeza parecía haberse detenido, únicamente veía pasar cientos de maletas que aparentaban ser siempre la misma caja de Pandora girando incesantemente en un carrusel maldito .
Finalmente la maleta llegó y fortuitamente no tenía ninguna marca lo cual significaba que no estaría sujeta a revisión alguna. Gonzalo la colgó de las agarraderas del carro como le habían ordenado y empezó a caminar lentamente hacia la salida cuando uno de los guardias lo detuvo. En su cabeza retumbaban las recomendaciones de Joaquín “En Cuba se hacen muchas preguntas, respondé solo lo necesario”, “Son regalos para amigos”, “Por nada del mundo me nombres”. El oficial se acercó y pidió su pasaporte y luego de hacer alguna referencia a Maradona le preguntó por cuantos días tenía pensado quedarse. Cuando Gonzalo le respondió que por quince días la siguiente pregunta fue inevitable “¿Quince días y traes tres maletas que desbordan, una mochila y una guitarra?” Conteniendo la respiración contestó que eran regalos que traía para sus amigos. El guardia lo miró a los ojos y ese instante fue infinito. Gonzalo se limitó a tragar saliva sin sacar su mirada de los ojos negro petróleo de aquel oficial cubano, éste cerró el pasaporte y se lo entregó en la mano, le dio la bienvenida a su país, dio media vuelta y siguió con su rutina. Unos metros más adelante estaba la salida. Allí también había un oficial de la ley, esta vez de sexo femenino, a cargo de un azaroso sistema de seguridad en el que según salga una luz roja o verde inspeccionan o no el equipaje. Inconscientemente Gonzalo apresuró su marcha, pasó por la puerta magnética y apreció el color verde mas bello que jamás hubiera observado. La oficial le preguntó “¿Qué lleva ahí?” a lo que Gonzalo ya fuera de la jurisdicción aduanera aeroportuaria contestó “Regalos, señora...sólo regalos”.

Luego de esta fábula habanera voy propiamente al relato de nuestro viaje.
No voy a caer en el lugar común de hablarles de la revolución y de los que nos pareció el sistema en Cuba . Simplemente les voy a contar que nos fuimos 15 días a Cuba pensando recorrerla pero no nos dio la plata así que nos quedamos solamente en la Habana. Como siempre terminamos recibiendo ayuda de la gente sobre todo de la familia que nos hospedó cobrándonos una tercera parte de lo que su ley les obliga cobrarle a los extranjeros y cuando no teníamos dinero nos convidaban comida.
Llegamos en época de carnaval y vacaciones así que todas las noches había baile con bandas en vivo frente al Capitolio.
En Cuba nos reencontramos con la Negra y la Gaby dos amigas que conocimos en Playa del Carmen con quienes pasamos gran parte de nuestra estadía.
Como experiencias turísticas fuimos a conocer el Capitolio y el Museo de la Revolución donde se encuentra el “Granma”, el famoso yate que condujo a los revolucionarios desde México hasta la isla.

¿Qué es la Habana?

La Habana es un calor insoportable que te obliga a no hacer nada hasta que el sol se esconde. La Habana es la gente que se queda en las veredas hasta las dos de la mañana jugando dominó. La Habana son los edificios que se caen a pedazos. La Habana es sentir que se detuvo el tiempo y ver pasar por las calles automóviles del ’50 que lucen como recién salidos de la concesionaria. La Habana es comer pizzetas individuales en cualquier puesto callejero. La Habana son los jineteros que se te acercan a sacarte plata y cuando ven que no tenés un peso te convidan ron. La Habana es una chica de diecisiete años que te invita a su casa y te muestra una producción de fotos de ella desnuda que algún italiano le hizo a cambio de quien sabe qué. La Habana es el cine Payret que se llueve todo. La Habana son los comentarios de los cubanos a voz en cuello mientras se proyecta la película. La Habana es tomar ron a las tres de la mañana con ex – combatientes de la guerra del Congo. La Habana son las noches de baile frente al Capitolio. La Habana son los helados de a peso. La Habana es la estatua de Lennon en un parque. La Habana es ver dos cuadras de cola para comprar helados Coppelia en el barrio del Vedado. La Habana son los atardeceres tomando mate en el Malecón. La Habana son las noches de carnaval. La Habana es la noche que compartimos en la terraza con un sudafricano con el que fumábamos habanos Montecristo porque no se los permitían introducir a los Estados Unidos de Norteamérica. La Habana son los hombres que pescan embarcados en una llanta de camión inflada y te venden un pargo gigante a un precio enano. La Habana son las costas empetroladas. La Habana es el Havanna Club y la cerveza Bucanero. La Habana es Fidel que nadie sabe donde está. La Habana es un continuado de películas estreno por la tele. La Habana es guitarrear en el malecón por las noches. La Habana es el estado presente en todas partes a todo momento. La Habana es pasar a cualquier hora por la plaza principal y oír a veinte o veinticinco cubanos discutiendo a los gritos quien sabe qué. La Habana son los retratos del Che por todas partes. La Habana son los carteles propaganda a favor de la revolución firmados por alguno de los hermanos Castro. La Habana es comprar masas dulces en una panadería y que te las den en la mano por la escasez de bolsas. La Habana son los innumerables bustos de José Martí. La Habana es el orgullo de los mayores por la revolución. La Habana son las ganas de irse de los más jóvenes. La Habana es Hermosa.

*Con Sudafrica.

*Plaza de la Revolución.



*El Vedado: antiguo barrio yanqui-oligarca cedido al pueblo cubano una vez instalado el socialismo.





Habanos Montecristo Nº 4 , los favoritos del "Che".

*El Papá Noel de La Habana.





*La Gaby, Ailec y La Emi.


*Con el Rey Pelé de conga frente al Capitolio.






















*Junto a la familia que nos hospedo.


*Parque Lennon en el Vedado.




*Calle homonima.

*Con la Gaby.


*Comprando pizzetas, alimento que fue pilar de nuestra piramide alimenticia en Cuba.

*Playas de La Habana.







*Carrozas listas para los desfiles de Carnaval Habanero.



*Mercado de la Habana vieja.
*Un corajudo amigo cubano que probó el mate entrerriano a cambio de que probaramos el Ron que se vende a granel.(no dudamos en aceptar)
*Una casa de hospedaje donde la dueña tenia un mural haciendo culto a Ernesto.




*Señora subiendo la "jaba" con las compras de una manera muy particular.








*Junto a pareja de Argentinos que conocimos en el aeropuerto de la Habana y nos ayudaron para viajar de Cancún a Playa del Carmen.

*Isla mujeres vista desde el avion.

Si se quedaron con ganas de ver mas fotos pueden visitar http://www.unaimagenpordia.blogspot.com/ desde la "Foto veintitres" a la "Sesenta y uno" son imagenes de nuestra visita a Cuba.