Salimos desde el barrio de la Condesa, en el corazón del distrito federal, hasta con una guitarra en la mano. Luego de 40 minutos lidiando con la carga y el trafico de México, subimos el ultimo puente de la autopista que nos llevaba a la terminal sur, pero un desnivel en la bajada del mismo le hizo perder el equilibrio a mi compañero, quien venia haciendo malabares para no perder el control ni la guitarra, fue cuando todo salió despedido y mi compañero se encontró rodando en el asfalto caliente de la avenida de rápida circulación, intentando desesperadamente no ser arrollado por los famosos "peceros"(buses privados, que circulan sin ningún tipo de regulación estatal).
Luego del agónico viaje a Tepoz, nos reencontramos con la paz de este pueblito mágico. El "pelón" mas relajado que nunca y una Marimbha gigante en incontenible estado felicidad por el regreso de sus cuates(amigos).
Salimos de Tepoz con un grato chubasco que lavó nuestro bólido y una vez en el caos del DF, logramos atravesar el monstruo por la Avenida Insurgentes que lo corta por el medio, y como no podía faltar, también los "inservibles" hicieron lo suyo con investigaciones sobre nuestro poder adquisitivo para solventar las coimas habituales que exigen. Con paciencia y sin largar un peso llegamos en el medio de la noche a Teotihuacan.
El Valle de Teotihuacan fue un lugar sagrado donde habitaron grandes urbes Aztecas y luego Mexicas hasta la conquista española. Alberga numeroso templos y pirámides como también túneles subterráneos que los comunican entre si. Los mas destacados son el Templo del Sol y y la Pirámide de la Luna, ambos enfrentados y ubicados estrategicamente en relación a los puntos cardinales y la trayectoria de estos dos astros.
Ubicamos el Falcon en un bonito lugar, propicio para montar la tienda de campaña. Antes de cenar emprendimos la premeditada idea de subir de noche al Templo del Sol. Trepamos la malla de alambre olimpico y sus respectivos hilos de púas que protegen a esta gigante construcción de piedra de quien sabe que mal, como a las 2:00 de la madrugada. Uno por vez. Raúl cruzó primero y yo revolié a la Marimbha sobre los 2, 5 mts de alambrado. Una vez en brazos de Raúl, salió caminando como si nada, comprendiendo que la situación ameritaba una valentía propia de un perro callejero.
Ya dentro del parque privado comenzamos a caminar en medio de la noche, iluminados por la luna, y esquivando cuanta espina fuese posible en dirección al imponente símbolo de poderío de una civilización muy desarrollada.
Bien descansados pedimos para sacarnos la foto portada de esta entrada y volvimos a la carretera desesperados por avanzar hacia el norte.
Todo muy ordenado, muy bien conservado, San Miguel es una localidad de rara mistura étnica. Con características de colonia española, alberga a 14.000 norteamericanos, artistas, jubilados, etc, que echaron raíces en la cuidad, pero lejos de adaptarse a México, hablan ingles como si fuera la lengua propia del lugar y ni se les cruza por la cabeza aprender español, por lo tanto la cuidad suena en ingles. Las cadenas norteamericanas de restaurantes y cafés se adaptaron al estilo arquitectónico del lugar así que se puede encontrar un MacDonal´s en una casa de piedra de paredes anchas, tirantes de madera gruesa y techo de tejas coloradas.
Estuvimos unos cuatro días frecuentado un café de gringos donde encontramos el apoyo para seguir adelante, hacia el desierto y continuar sobre la carretera que tanto extrañamos en ese mes en el DF.
Camino al Real De Catorce, pueblo mítico por ser tierra de los indios Huicholes, decidimos pasar la noche en medio del mas crudo desierto bajo el Trópico de Cancer (el Falcon ya atravesó ambos tropicos). Antes del atardecer empezamos nuestra peregrinación por las áridas tierras espinosas de este lugar mágico y magnético, en busca del Hikuri (peyote).
El Peyote es considerado un espíritu, un verdadero Dios que a través de su ingesta supo salvar a esta comunidad indígena en épocas de sequías extremas y falta de alimentos basicos.
El mito cuenta que un grupo de expedicionarios huicholes salieron en busca desesperada de alimento y engañados por la ilusión óptica de ver un venado, clavaron sus lanzas sobre una abundante mata de arbustos. En un intento desesperado por salvar sus vidas decidieron comer estos cactus. El Hikuri produjo en los misioneros nauseas incontenibles, pero luego de este mal momento comenzaron las visones y al pasar la noche, la sed y el hambre habían desaparecido. Así fue que regresaron al poblado con el Hikuri en mano para compartirlo con su pueblo. Desde ahí que los Huicholes caminan esta ruta en busca del espíritu del peyote a quien respetan como a un Dios.
Cortar el peyote pasó a ser un delito federal salvo para la comunidad huichol, y su transporte o comencialización esta penada severamente por el gobierno mexicano. Se cree que este cactus tarda aprox. 30 años en desarrollarse por completo, y que debido a la visita constante de los curiosos como nosotros, podría estar en peligro de extinción.
Antes de que caiga el sol encontramos este oasis perdido. Una inmensa laguna con bonitas playas en el medio del valle, pero rápidamente volvimos con el Falcon a hacer fuego, armar la carpa y prepararnos para una noche helada...
A las 5 de la mañana el frió era tal que ya no pudimos conciliar el sueño y nos limitamos a mantenernos pegados a Marimbha que temblaba como vara de paraíso.
El calor del sol fue una bendición para poder levantar campamento, estirar el cuerpo contracturado por el frió de la noche, y para continuar camino al Real de Catorce.
Al llegar a la plaza central estacionamos el Falcon, y luego de una rápida y frustrada búsqueda de un contacto en el pueblo, decidimos no perder tiempo y seguir viaje a Monterrey, ya que el dinero se acababa y el Real no parecía un lugar propicio para la venta de camisetas.
Enseguida nos orillamos y así conocimos al "Chinchu", un rosarino, "canalla"de corazón que enseguida nos preguntó si ya habíamos cenado y ante nuestra triste respuesta enseguida nos dijo...vamos pa' lo de mi viejo que acaba de abrir una pizzeria y todavía no ha vendido un carajo, yo los invito...
Con una sonrisa de oreja a oreja llegamos al barrio de Apodaca, al nuevo recinto de "Pizza Pack", donde agarramos al viejo "Cuqui" con las manos en la masa. Lejos de creer que veníamos de Argentina conduciendo un viejo y "madreado" Ford Falcon, "el Cuqui" abandonó la cocina para ver nuestro tesoro.
El resto de la historia se la imaginaran ustedes...,una vez adentro no nos sacan ni con espátula, así que ya llevamos mas de una semana con esta bondadosa y sencilla familia santafesina.
Dos por tres nos deleitamos con pizzas y empanadas, mientras tanto vamos a vender camisetas al barrio mas adinerado de toda latinoamerica, el barrio de San Pedro, en la sierra de Monterrey. La gente nos recibió con mucha amabilidad, salvo la policía que necesita justificar sus altos sueldos con una parafernalia infantil e injustificada, así que nos investigan y nos toman los datos cada vez que nos ven por el barrio, además del pedido de coima habitual al que todos están acostumbrados.
Hoy domingo amanecimos con la triste noticia de que habían abierto nuestro auto, nuestra casa, y nuevamente nos robaron el autostereo que tanto nos costó reponer. Recordemos que pasamos 4 meses de silencio en la carretera desde Antigua Guatemala hasta Playa del Carmen.
Enseguida el calor de hogar nos hizo olvidar el infortunio y nos pusimos a cocinar unos buenos ravioles, jugar a la Play Station III en donde Raul fue vapuleado incesantemente por el experto Chinchu y nos dedicamos a echar la hueva mirando futbol argentino.
En unos dias saldremos para Chihuahua, y volveremos a buscar el Hikuri por el desierto, mientras tanto hacemos un llamado a la solidaridad: Si alguien desea colaborar con un stereo para nuestro carro, nuestro telefono celular es 9981341577, y nuestro mail sigue siendo banderalatinoamericana@gmail.com
Muchas gracias y Pura Vida para Todos!