En lo personal estas ruinas no me sorprendieron tanto como las "Apocalípticas" ruinas de Tikal o las no tan famosas ruinas de Palenque. Quizá el título de "Maravilla del Mundo Moderno" haya generado en mí demasiadas expectativas que automáticamente se convirtieron en desilusión al llegar a este lugar repleto de gente y puestos de artesanías que, más que transportarnos a la espiritualidad del Universo Precolombino, nos transportaban con cada ofrecimiento de estatuilla, tapete, calendario, o cenicero Maya, al mundo de la oferta y la demanda característico del estilo de vida occidental en el que estamos acostumbrados a vivir.
Chichen Itza, lejos de ser el lugar sagrado que algun día fue, es hoy un lugar en donde miles de turistas se pasean a sus anchas asediados por locales que, tratando de sacar el mayor rédito pecuniario a su legado cultural , intentan venderles todo tipo de chucherías. Así fue como estas construcciones centenarias y de tanto valor cultural e histórico para la humanidad no me conmovieron tanto como lo hubiera esperado y deseado, sino que más bien dejaron en mí un cierto sabor amargo que solo fue endulzado por el hecho de saberme allí con mis dos amigos sumandole otra locación a esta odisea que estamos llevando a cabo hace mas de 11 largos meses.
Bueno, mejor me dejo de cantinflear y vemos unas fotos.
Luego de que una pequeña tormenta tropical nos echara de las ruinas, seguimos camino hacia el estado de Quintana Roo, más precisamente hacia Cancun, la primera de las tres playas caribeñas que tenemos planeado visitar en este país.
Lo hicimos con más expectativas que dinero, algo que ya es costumbre en nosotros a la hora de llegar a un nuevo lugar .
Imaginabamos que en Cancún venderíamos muchisimas camisetas, pero la realidad nos mostró que en casi ningun lado nos dejaban ofrecer y que a la mayoría de la gente no le interesaba nuestra travesía.
Por lo tanto decidimos que sin dinero y teniendo que pagar hotel no nos convendría quedarnos en esta ciudad, a no ser que alguien nos diera una mano.
Por lo tanto decidimos que sin dinero y teniendo que pagar hotel no nos convendría quedarnos en esta ciudad, a no ser que alguien nos diera una mano.
Una tarde mientras cargabamos combustible conocimos a Sebastian, un argentino que nos pidió que pasaramos al día siguiente por el hotel donde el trabaja así nos compraba una camiseta.
Al día siguiente fuimos, nos agarró una tormenta y no nos querían dejar pasar al importantísimo hotel, pero así y todo conseguimos ponernos en contacto con Sebastian que se llevo dos camisetas.
Con algo de dinero en el bolsillo salimos corriendo hacia el supermercado a comprar algo para almorzar y camino al hotel cruzamos por un restaurante argentino donde desde la puerta un flaco nos hacia señas y paramos.
El flaco se llama, o mejor dicho, al flaco le dicen, Duby. Nos invito unas cervezas y nos quedamos hablando. Al rato cayó un cliente a buscar su pedido de empanadas argentinas. Este cliente era "Cay", tambien argentino. Dubi nos presentó y nos pusimos a charlar, le contamos de nuestro viaje y él nos contó de sus miles de viajes por todo el mundo, de su temprano exilio del país y de su participación como voluntario en el ejercito de Israel. Antes de irnos nos preguntó donde estabamos hospedados y no dudó en ofrecernos su casa que aceptamos inmediatamente.
Una vez en la casa nos llamaron la atención los cuadros de embarcaciones que adornan las paredes y las brújulas descompuestas sobre las estanterías. A la pregunta obvia nos contestó que participa en tres regatas por año y que él es el unico argentino en participar en la de Saint Michel en Francia. Al enterarse de esto Gervasio, apasionado de los barcos, le preguntó si tenía velero y si podía llevarnos a dar una vueltita por el caribe. El sabado fuimos, estas son las fotos.